
El alcalde del Cusco, Ricardo Valderrama Fernández, fallecido el último domingo a causa del COVID-19, fue despedido en medio de ceremonias póstumas y un recorrido por la ciudad hasta el cementerio general de San Jerónimo.
La tarde de ayer, el féretro cubierto con la bandera del Tahuantinsuyo ingresó en una carroza a la plaza Regocijo. Allí, entre autoridades locales y regionales y representantes de la Policía y el Ejército Peruano, el llanto de familiares y la alcaldesa encargada, Romi Infantas, fueron conmovedores.
“Fue una autoridad llena de carisma que gobernó con una gran responsabilidad, inmenso cariño a nuestra tierra; un verdadero demócrata y ejemplo de profesional que inculcó la defensa de sus costumbres y patrimonio”, expresó Infantas.
Después intervendría su esposa y compañera de vida, Carmen Escalante Gutiérrez. Ella tocó el adoquinado del frontis del Palacio Municipal cusqueño, besó las medallas conmemorativas y acarició la banda de alcalde que empleaba su esposo, así como la vara de mando en ande.
El féretro partió a San Sebastián y luego a San Jerónimo, donde ahora reposan sus restos, en el cementerio general. Las pocas personas que se encontraban en la calle le dieron el adiós; los pututeros que lo acompañaron no cesaron con sus melodías a los Apus de los que era creyente Valderrama Fernández.
El sepelio fue en estricto privado y en cumplimiento de los protocolos demandados por el Ministerio de Salud por la pandemia del COVID-19.
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